La autoayuda.
Después de estar hablando durante bastante tiempo por teléfono, apareció la típica frase que indica que ya nos lo hemos contado todo y que qué más podemos decirnos:
.....
El: bueno y qué más te cuentas?
Ella: Pues poco más, que estoy ya en la cama y que en cuanto colguemos, cierro los ojos!!!
El: (Con tono irónico)……. mmmm, en la cama?? Que pena no poder estar allí!!!!
Ella: Y eso? Te gustaría estar aquí ahora??
El: Por supuesto y si encima duermes como yo, más aún
Ella: Y como duermes tu?
El: completamente desnudo
Ella: Vaya que coincidencia, yo también!!
......
Esto fue el inicio de la conversación que indujo a ambos a “autoayudarse”.
El. Mientras escuchaba e intentaba responder de una forma coherente y sensual a las cuestiones que ella le proponía, notaba como su juguetito, poco a poco iba creciendo dentro de su ropa interior. Notaba como a cada instante, su volumen hacía que el glande quedara al descubierto, proporcionándole sensaciones en cada movimiento que realizaba. Su “mano libre” rodeaba su juguetito por encima de la ropa interior, agarrándolo con fuerza y liberándolo de presión. La conversación, por segundos subía la temperatura y su “mano libre” le despojó de las ropas que cubrían su cuerpo. Se concentró entonces en su miembro, dedicándole caricias y desplazando su piel, mientras observaba el tamaño y la forma de su miembro. Continuó “autoayudándose” cada vez con mayor frecuencia, mostrando en su voz claros síntomas de excitación ……
Ella. Sintió como de repente su “tesorito” palpitó, reaccionando a las palabras provocadoras de su interlocutor. Mientras se mostraba juguetona y dispuesta a continuar con la situación, sus piernas se iban separando, dejando al descubierto su depilado sexo. Notaba como la humedad invadía su sexo y sus pezones se endurecían y se volvían extremadamente sensibles. Paso su “mano libre” por uno de sus pechos, rozando su pezón y sintiendo un escalofrío de placer. Mientras, él le pedía que bajara su mano hasta su sexo. Hizo caso y posó sus dedos sobres los pliegues externos de su tesorito, acariciándolos delicadamente, sintiendo la humedad que de entre ellos emergía. Sus dedos no pudieron resistir la tentación de profundizar en búsqueda de su clítoris, con el que jugó ……
Ambos. Intentaron acompasar sus movimientos, simulando una cercanía física inexistente, ella introducía su dedo dentro de su sexo, mientras él, agarrando su miembro con firmeza, desplazaba toda su piel hacia abajo, dejando el enrojecido y húmedo glande al descubierto …..
El resto es tu imaginación.
Esto, nunca ocurrió ;-)
Es para compensar algún comentario de ayer!!! ;-)