Despertares

Tendidos en la cama. Nuestros cuerpos enredados. Desnudos. Sintiendo el roce de la piel del otro. Durmiendo.

Me despierto en la oscuridad de la madrugada, y observo la luz que procede de la luna, a través de la ventana. Miro a mi lado y esta ella. Su único movimiento, la respiración. No imagino lo que por su mente esta pasando en esos momentos, pero su imagen, en penumbra, me provoca besarla, y lo hago. Mis labios entran en contacto con los suyos y de repente sus ojos se abren observándome y en cierto modo desconcertados. Mi beso es correspondido y su cuerpo cobra vida, haciendo reaccionar el mío.

Lo que en un principio era un tierno beso, se convierte en origen de deseo, de mi deseo y de su deseo. A cada segundo el beso va tomando mayor calidez y profundidad. Acompañando al beso nuestras manos comienza a escudriñar el cuerpo del otro. Mis manos que acarician su espalda, pasan a buscar sus pechos, de tamaño justo para crear tensión en mi cuerpo. Sus manos que acarician mi espalda, buscan mi sexo, que en este momento ya está listo para penetrar en su cuerpo.

Ella se coloca sobre mi, besa mi boca, mi cuello, y continua por mi pecho, bajando hasta mi sexo, duro y palpitante, sabedor de lo que ocurrirá. Recorre con su boca y lengua desde mis testículos hasta mi glande, haciendo que me estremezca y pierda cualquier noción de la realidad que me rodea. Me dejo llevar por el placer que su boca me provoca y observo su cuerpo, retiro su pelo para observarla. La tenue luz que entra por la venta nos permite intuir nuestros cuerpos.

Antes de correrme, le indico con mis manos que abandone mi pene y tome una posición que permita que nuestros sexos se encuentren. Lentamente coloca mi polla en la entrada su coñito y poco a poco ejerce la presión justa para que poco a poco mi sexo entre en su cuerpo. Noto como mi polla abre camino en su interior, como la piel de mi sexo, va quedando en la entrada de su coñito, todo muy lento, sintiendo cada milímetro de contacto, cada segundo de este increíble placer.

Continuamos jugando con nuestros cuerpos, y se apodera de mi una imparable ansiedad por saciarme de su coñito, se sus fluidos, de acariciar con mi lengua su clítoris. El juego continua y volvemos a estar el uno dentro de la otra, y el ritmo se acelera. Se acelera su respiración. Se aceleran nuestros movimientos. Se aceleran sus gemidos. Se acelera todo el pequeño universo que en ese momento nos rodea y escucho un gemido especialmente intenso, acompañado de su cuerpo estremecido. Sé lo que en ese momento le esta ocurriendo.

Nos abrazamos y besamos hasta acompasar y relajar nuestra respiración. No hemos emitido ni una sola palabra, pero el lenguaje de nuestros cuerpos ha sido suficientemente expresivo. Su cabeza reposa sobre mi pecho, y mi brazo rodea su cuerpo. Nos volvemos a arropar. Miro por la misma venta que me permitió ver el reflejo de la luz sobre la luna, esta vez completamente empañada, gracias a nosotros.

Dormir en pelotas es lo que tiene, que todo es mucho más fácil!!!!! ;-)